(N.T. Wright, Bible Review, August 2001. Reproducido con permiso del autor)
Traducido por Luis A. Jovel
Poco sabía Pablo cómo sus metáforas coloridas para la segunda venida de Jesús se malinterpretarían dos milenios más tarde.
La obsesión estadounidense con la segunda venida de Jesús – especialmente con las interpretaciones distorsionadas de ella – no ha disminuido. Visto desde mi lado del Atlántico, el éxito fenomenal de los libros Dejados Detrás parece desconcertante, incluso extraño[1]. Pocos en el Reino Unido tienen la creencia en que se basa la popular serie de novelas: que habrá un “rapto” literal en el que los creyentes serán arrebatados al cielo, dejando los coches vacíos chocando en autopistas y niños que vienen de la escuela sólo para encontrar que sus padres han partido para estar con Jesús, mientras que ellos han sido “dejado atrás”. Esta versión pseudo-teológica de Home Alone ha sido reportado que a asustado a muchos niños, en una especie de fe (distorsionada).
Este escenario dramático de los últimos tiempos se basa (erróneamente, como veremos más adelante) en la primera carta de Pablo a los Tesalonicenses, donde escribe: “Porque el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel, y la trompeta de Dios. Los muertos en Cristo resucitarán primero; entonces nosotros, los que quedamos vivos, seremos arrebatados con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire; y así estaremos siempre con el Señor “(1 Tesalonicenses 4: 16-17).
¿Que en la tierra (o en el cielo) quiso decir Pablo?
Es Pablo quien debe ser acreditado con la creación de este escenario. Jesús mismo, como he argumentado en varios libros, nunca predijo tal evento[2]. Los pasajes en los evangelio sobre “el Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes” (Marcos 13:26, 14:62, por ejemplo) son sobre la vindicación de Jesús, su “venida” al cielo desde la tierra. Las parábolas sobre un rey o maestro regresando (por ejemplo, Lucas 19:11-27) fueron originalmente acerca de Dios regresando a Jerusalén, no hablan de Jesús regresando a la tierra. Esto, Jesús parecía creer, seria un acontecimiento dentro de la historia y espacio-tiempo, no uno que terminaría con todo para siempre.
La Ascensión de Jesús y la Segunda Venida son, sin embargo, doctrinas cristianas vitales[3], y yo no niego que creo que algún evento futuro dará lugar a la presencia personal de Jesús dentro de la nueva creación de Dios. Esto se enseña en todo el Nuevo Testamento fuera de los Evangelios. Pero este evento no será de ninguna manera como Dejados Atrás cuenta. La comprensión de lo que sucederá requiere una cosmología mucho más sofisticada que aquella en la que el “cielo” es un lugar que hay en nuestro universo, en lugar de en una dimensión diferente, un espacio-tiempo diferente, por completo.
El Nuevo Testamento, se basa sobre la antigua profecía bíblica, que el creador Dios rehace el cielo y la tierra en su totalidad, completamente afirmando lo bueno de la antigua Creación, pero superando su mortalidad y corruptibilidad (por ejemplo, Romanos 8:18-27; Apocalipsis 21:1; Isaías 65:17; 66:22). Cuando eso sucede, Jesús aparecerá en el nuevo mundo que resulta de esto (por ejemplo, Colosenses 3:4; 1 Juan 3:2).
La descripción de Pablo sobre la reaparición de Jesús en 1 Tesalonicenses 4 es una versión de colores brillantes de lo que dice en otros dos pasajes, 1 Corintios 15:51-54 y Filipenses 3:20-21: En la “venida” o “aparecer” de Jesús aquellos que todavía estén vivos serán “cambiados” o “transformados”, por lo que sus cuerpos mortales serán incorruptibles, inmortales. Esto es toda la intención de lo que Pablo tiene de decir en Tesalonicenses, pero aquí se toma prestado imágenes que vienen de la Biblia y la política, para mejorar su mensaje. Poco sabía cómo sus ricas metáforas serían incomprendidas dos milenios más tarde.
Primero, Pablo hace eco de la historia de Moisés bajando de la montaña con la Torá. Suena la trompeta, se oye una voz, y después de una larga espera Moisés viene a ver lo que ha estado pasando en su ausencia.
En segundo lugar, se hace eco de Daniel 7, en el que “el pueblo de los santos del Altísimo (es decir, “uno como un hijo de hombre”) se reivindicó sobre su enemigo pagano al ser levantado para sentarse con Dios en la gloria. Esta metáfora, aplicada a Jesús en los Evangelios, se aplica ahora a los cristianos que están sufriendo persecución.
En tercer lugar, Pablo evoca imágenes de un emperador visitando una colonia o provincia. Los ciudadanos salen a su encuentro en campo abierto y luego lo acompañan a la ciudad. La imagen de Pablo de la gente “encontrarse con el Señor en el aire” debe leerse con la suposición de que la gente inmediatamente se da la vuelta y conduce el Señor de nuevo al mundo recién rehecho.
Las metáforas mixtas de Pablo de trompetas que soplan y el ser viviente arrebatado al cielo para encontrarse con el Señor no se deben entender como verdad literal, como la serie Dejados Atrás sugiere, sino como una descripción vívida y bíblicamente alusiva de la gran transformación del mundo actual de que habla en otro lugar.
Las metáforas incomprendidas de Pablo presentan un desafío para nosotros: ¿Cómo podemos reutilizar imágenes bíblicas, incluyendo las de Pablo, a fin de aclarar la verdad, no distorsionarla? ¿Y cómo podemos hacerlo, como él, de tal manera que para subvertir la imagen política de los imperios dominantes y deshumanizadores de nuestro mundo? Podríamos empezar por preguntarnos: ¿Qué visión del mundo se sostiene, incluso legitimada, por la ideología de Dejados Detrás? ¿Cómo podría ser confrontada y subvertida por el pensamiento genuinamente bíblico? Para empezar, no es que la mentalidad de Dejados Atrás es esclava de una visión dualista de la realidad que permite a las personas contaminar el mundo de Dios sobre la base de que todo va a ser destruido pronto? ¿No sería esto que ser revocado si recapturamos la visión holística de Pablo de toda la creación de Dios?
[1]
Tim F. Lahaye y Jerry B. Jenkins, Left Behind (Cambridge, UK: Tyndale House Publishing, 1996). Ocho otros volúmenes han seguido, todos un éxito.
[2]
Ver mi Jesus and the Victory of God (Philadelphia: Fortress, 1996); las discusiones en Jesus and the Restoration of Israel: A Critical Assessment of N.T. Wright’s Jesus and the Victory of God, ed. Carey C. Newman (Downer’s Grove, IL: InterVarsity Press, 1999); y Marcus J. Borg and N.T. Wright, The Meaning of Jesus: Two Visions (San Francisco: HarperSanFrancisco, 1999), capitulos 13 y 14.
[3]
Douglas Farrow, Ascension and Ecclesia: On the Significance of the Doctrine of the Ascension for Ecclesiology and Christian Cosmology (Grand Rapids: Eerdmans, 1999).